Uno de los límites de la
digitalización, es el límite físico, la energía
disponible para la utilización de todo el ecosistema digital (ver El cénit digital y la digitalización
sostenible). El
otro es el límite ético, los derechos digitales a la
desconexión, al olvido, etc. (ver Por una ética digital). Si la ética es el
proceder por el camino del bien, lo opuesto de la ética es el mal y el daño. Y
estos, se producen por el delito y por la enfermedad. Afectan a la esfera
individual donde se fundamentan los derechos (ver Digitalizar y castigar: los derechos
digitales).
La enfermedad de la digitalización es
su abuso. Por
ejemplo, el abuso de la utilización del móvil para conectarse a las redes
sociales, suele ser una de las formas que afectan a los jóvenes de hoy en día,
hasta el punto de sufrir una importante despersonalización y un desenfoque en
sus tareas diarias más elementales.
Desintoxicación digital se refiere a un
período de tiempo durante el cual una persona se abstiene de utilizar
dispositivos de conexión electrónicos, como smartphones y
ordenadores, para reeducarse en hábitos, que conlleven un balance entre la vida
analógica y la digital.
La delincuencia de la digitalización es el sobrepasar los
límites legales definidos para las actividades en el universo digital.
Las enormes dificultades desde 1995 para legislar sobre la problemática
inducida por Internet y las tecnologías digitales, se han ido resolviendo con
lentitud, pero existe un punto irreductible, insoluble, ya que una red
descentralizada sólo se puede gobernar con un autogobierno, no con un gobierno
centralizado. Los gobiernos actuales tienden a centralizar y convertir Internet
en local y a suprimir la neutralidad de la red.
La gran mayoría de delitos digitales son
idénticos a los del mundo analógico, pero en al ámbito del universo
digital: contra la propiedad intelectual, el abuso digital (o bulling o abuso sexual por medio de dispositivos
digitales), fraude, robo, destrucción de datos, contenidos (pornografía
infantil), etc. Normalmente son delitos cuyo objetivo o medio son dispositivos
digitales. Algo más complejo de catalogar es el hacking y
sus derivadas. Wozniak, co-fundador de Apple, fue un hacker, pero en aquellos tiempos, se
refería a ingenieros, muchas veces autodidactas, capaces de montar aparatos
digitales y ordenadores, mediante el bricolaje de circuitos electrónicos.
Incluso hacker se ha utilizado para denominar a programadores de código libre.
La definición racional de los límites negativos de la ética,
los delitos y las enfermedades digitales, es el camino imprescindible para una
digitalización sostenible. Un paso más allá de sus inicios salvajes.
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